Publicado el marzo 15, 2024

La creencia de que se ahorra dinero al saltarse el proyecto ejecutivo es el error más caro en una construcción.

  • Un proyecto ejecutivo no es un gasto burocrático, sino un mapa de certezas que desarma sobrecostes y conflictos antes de que ocurran.
  • La falta de detalle técnico transfiere todo el poder de decisión y presupuesto al constructor, dejando al propietario sin defensa contractual.

Recomendación: Invierta en un proyecto ejecutivo completo y en la supervisión de un aparejador. Es la única garantía para que su presupuesto no se dispare y la calidad no se desplome.

La tentación es enorme. Tiene su proyecto básico, la licencia municipal está en trámite y el constructor le ofrece empezar ya para «ganar tiempo». La idea de ahorrarse los honorarios del proyecto de ejecución y la supervisión de un arquitecto técnico o aparejador parece una jugada maestra. Sin embargo, como profesional que ha visto demasiados desastres financieros nacer de esta decisión, debo advertirle: está a punto de caminar voluntariamente hacia una emboscada económica. Creer que un proyecto básico es suficiente para construir es como intentar navegar en alta mar con el mapa de una servilleta. Puede que sepa la dirección general, pero ignora los arrecifes, las corrientes y las tormentas que le esperan.

El problema fundamental radica en una peligrosa confusión de conceptos. El sector está lleno de términos como proyecto básico, de ejecución, visado colegial o dirección facultativa, que para el propietario novel pueden sonar a mera burocracia. Pero la realidad es que cada uno de estos elementos es un pilar de seguridad para su inversión. Este artículo no se limitará a explicar las diferencias teóricas. Realizaremos una autopsia preventiva de una obra mal planificada, exponiendo las «bombas de relojería» financieras que se activan cuando la construcción arranca sin un mapa de certezas. Demostraremos, con ejemplos concretos y dolorosamente reales, por qué cada euro que cree «ahorrar» en la fase de planificación se transforma en una deuda multiplicada por diez en forma de sobrecostes, retrasos y defectos de construcción.

A lo largo de las siguientes secciones, desvelaremos cómo se detectan colisiones millonarias antes de poner un solo ladrillo, el truco para ahorrar miles de euros en futuras demoliciones con un simple cambio en el plano, y las chapuzas invisibles que solo un ojo experto puede encontrar antes de que sea demasiado tarde. Prepárese para entender que la verdadera economía no está en saltarse pasos, sino en planificar con una precisión obsesiva.

Este análisis detallado le proporcionará una hoja de ruta clara para proteger su patrimonio. A continuación, exploraremos las diferencias cruciales entre los tipos de proyecto, los conflictos técnicos más comunes y las estrategias de supervisión que marcan la diferencia entre el éxito y el desastre.

Proyecto básico vs Ejecutivo: ¿qué diferencias legales le impiden empezar a construir?

El error más común es pensar que el proyecto básico y el de ejecución son dos versiones de lo mismo, una más simple y otra más completa. Es una equivocación peligrosa. Legal y contractualmente, son documentos con propósitos radicalmente distintos. El proyecto básico es un documento conceptual; su finalidad principal es describir las características generales de la obra para verificar su cumplimiento con la normativa urbanística y obtener la licencia municipal. Define volúmenes, superficies, estética y distribución general. Es, en esencia, una declaración de intenciones.

El proyecto de ejecución, en cambio, es el manual de instrucciones de la construcción. Es un documento contractual que define con precisión milimétrica CÓMO se va a construir, con QUÉ materiales y con QUÉ sistemas. Incluye planos de estructura, de todas las instalaciones (fontanería, electricidad, climatización), detalles constructivos de encuentros, carpinterías, aislamientos, y un presupuesto desglosado por partidas. Sin este nivel de detalle, el constructor no tiene una guía clara, lo que le obliga a improvisar, y cada improvisación es una puerta abierta a sobrecostes y errores. De hecho, el visado colegial del proyecto de ejecución es un requisito legal indispensable para poder iniciar las obras en España. Intentar construir sin él no solo es una temeridad financiera, sino una ilegalidad.

La falta de un proyecto de ejecución detallado genera una asimetría de información devastadora. El constructor, ante la ambigüedad, presupuestará a la baja usando calidades mínimas y, durante la obra, cada detalle no especificado se convertirá en un «extra». Como confirman los datos, la falta de información o definición en el Proyecto de Ejecución genera reclamaciones económicas sistemáticas por parte de las constructoras. El siguiente cuadro resume las diferencias críticas.

Comparativa detallada: Proyecto Básico vs Proyecto de Ejecución
Aspecto Proyecto Básico Proyecto de Ejecución
Definición Legal Define características generales sin entrar en detalle constructivo Documento contractual clave entre Propiedad y Constructora
Validez para licencias Suficiente para obtener Licencia Urbanística Imprescindible para iniciar construcción
Contenido técnico Justificaciones normativas generales Planos detallados, mediciones completas, especificaciones técnicas
Visado colegial Opcional para solicitar licencia Obligatorio para comenzar obras
Riesgo económico No define alcance económico real Base para valorar cambios y evitar sobrecostes

¿Cómo detectar colisiones entre estructura e instalaciones antes de poner un ladrillo?

Una de las «bombas de relojería» más costosas en una obra es la colisión entre elementos estructurales e instalaciones. Imagine la escena: el forjado de hormigón ya está ejecutado y, al ir a pasar los conductos de climatización, se descubre que una viga estructural bloquea el paso. La solución es un desastre: o se pica la viga (comprometiendo la seguridad) o se modifica todo el trazado de la instalación, generando rozas, falsos techos no previstos y un sobrecoste monumental. Este tipo de error es prácticamente inevitable cuando se construye sin un proyecto de ejecución detallado.

La solución moderna para evitar este suicidio financiero es la metodología BIM (Building Information Modeling). En lugar de trabajar con planos 2D separados (uno para estructura, otro para fontanería, otro para electricidad), BIM centraliza toda la información en un único modelo 3D inteligente. Este modelo digital no solo contiene la geometría, sino también toda la información de cada elemento. Permite superponer todas las capas del proyecto (estructura, arquitectura e instalaciones) en un entorno virtual.

Modelo 3D BIM mostrando detección de colisiones entre estructura e instalaciones

Gracias a este modelo tridimensional, software especializado como Navisworks puede realizar un «análisis de interferencias» o detección de colisiones de forma automática. El programa señala con luces rojas cada punto donde un conducto choca con una viga, una tubería atraviesa un pilar o una bajante ocupa el espacio de un tabique. Como demuestra la experiencia de empresas especializadas en España, la capacidad de detección de colisiones supone un ahorro de costes fundamental al resolver conflictos en una fase temprana. Corregir una colisión en el modelo digital cuesta unos pocos clics; corregirla en la obra cuesta miles de euros y semanas de retraso.

Reducir el recorrido de tuberías en plano: el truco para ahorrar agua caliente y dinero

Un detalle que parece menor en un plano puede tener un impacto económico y energético durante toda la vida útil de la vivienda: la longitud de las tuberías de Agua Caliente Sanitaria (ACS). En un proyecto básico, la posición de baños y cocina se decide por criterios de distribución, sin pensar en la eficiencia de las instalaciones. El resultado son recorridos de tuberías larguísimos desde el calentador o la caldera hasta los grifos. ¿La consecuencia? Cada vez que abre el grifo de agua caliente, tiene que dejar correr litros de agua fría hasta que llega la caliente, desperdiciando agua y la energía usada para calentarla.

Un proyecto de ejecución bien estudiado optimiza este aspecto desde el diseño inicial. El arquitecto técnico buscará agrupar las «zonas húmedas» (baños y cocina) lo más cerca posible entre sí y del punto de producción de ACS. Cada metro de tubería que se ahorra en el plano no solo reduce el coste inicial del material y la instalación, sino que minimiza las pérdidas de calor en el recorrido. Piense que para calentar un metro cúbico de agua se necesitan, según cálculos basados en la normativa española, unos impresionantes 54,7 kWh térmicos. Reducir la espera del agua caliente es un ahorro directo en su factura energética mes a mes, durante décadas.

Además, el Código Técnico de la Edificación (CTE) en España establece que el agua caliente no debería tardar más de un minuto en llegar al punto de consumo. Un mal diseño puede incumplir esta normativa, lo que constituye un defecto de construcción. La optimización de estos recorridos, junto con la correcta elección del diámetro de las tuberías y un buen aislamiento, es una de esas mejoras «invisibles» que solo un proyecto técnico detallado puede garantizar.

Plan de acción para auditar la eficiencia de su ACS en plano

  1. Agrupación de zonas húmedas: Verifique en el plano que los baños y la cocina estén lo más concentrados posible para minimizar la distancia desde la fuente de ACS.
  2. Longitud de recorridos: Mida la distancia lineal desde el calentador/caldera hasta el punto de consumo más alejado. Si supera los 15 metros, cuestione el diseño.
  3. Sistema de recirculación: Para distancias largas inevitables, compruebe si el proyecto incluye un bucle de recirculación para tener agua caliente instantánea (con el consiguiente coste energético que debe ser evaluado).
  4. Aislamiento de tuberías: Asegúrese de que todas las tuberías de ACS estén especificadas con su correspondiente aislamiento térmico para evitar pérdidas de calor.
  5. Diámetros correctos: Un técnico debe verificar que los diámetros de las tuberías son los adecuados. Tuberías demasiado grandes aumentan el volumen de agua a purgar antes de que llegue la caliente.

La modificación de última hora en plano que ahorra 2.000 € en demoliciones futuras

Un buen proyecto de ejecución no solo define cómo construir hoy, sino que anticipa cómo se vivirá y se modificará la casa mañana. Una de las funciones más valiosas de un plano detallado es la planificación de la flexibilidad futura. Pensar en las posibles ampliaciones o cambios de uso de los espacios desde la fase de diseño puede ahorrar miles de euros en demoliciones y obras posteriores. Un ejemplo clásico es la preinstalación de conductos.

Imagine que en el futuro decide instalar aire acondicionado por conductos, un sistema de ventilación mecánica con recuperación de calor, o simplemente pasar fibra óptica a una habitación que se convierte en despacho. Sin una planificación previa, esto implicaría hacer rozas en paredes y techos, demoler partes de falsos techos, y volver a enyesar y pintar. Una obra sucia, molesta y cara. Una simple modificación en el proyecto de ejecución puede evitar todo esto. Consiste en dejar «pasos» o preinstalaciones estratégicas: tubos corrugados vacíos que atraviesan forjados y tabiques en puntos clave durante la construcción inicial.

Vista en corte de tabique con preinstalaciones preparadas para futuras modificaciones

El coste de incluir unos metros de tubo de plástico durante la obra es insignificante, quizás unas pocas decenas de euros. El coste de no haberlo hecho y tener que demoler una pared cinco años después puede superar fácilmente los 2.000 €, entre mano de obra, materiales y pintura. El proyecto de ejecución, al detallar todos los sistemas constructivos, es el momento idóneo para que el arquitecto técnico, pensando a futuro, proponga estas soluciones. Esta visión a largo plazo es algo que jamás se contempla en un proyecto básico y que un constructor, centrado en ejecutar lo mínimo pactado, no le ofrecerá voluntariamente.

¿Qué partidas presupuestarias suelen estar mal medidas en los planos ejecutivos?

Incluso con un proyecto de ejecución, si este es deficiente o ha sido elaborado con prisas, existen partidas que son un imán para los sobrecostes. Un presupuesto de obra se basa en las «mediciones», que es el cálculo de la cantidad de cada material o unidad de trabajo (m² de pintura, ml de tubería, m³ de hormigón). Cuando estas mediciones son incompletas o erróneas, el presupuesto inicial deja de ser fiable, y las constructoras lo saben. De hecho, las mediciones incompletas generan reclamaciones sistemáticas por trabajos que eran necesarios pero no estaban valorados en la oferta inicial.

Una de las partidas más subestimadas es la gestión de residuos de construcción y demolición (RCD). La normativa en España es muy estricta y obliga a separar los residuos y a pagar un canon por su tratamiento. Muchos presupuestos «optimistas» omiten o infravaloran este coste, que puede suponer una sorpresa de varios miles de euros.

Otra fuente clásica de conflicto son los remates y acabados. Es fácil medir los metros cuadrados de un suelo, pero ¿qué pasa con los perfiles de transición entre el parqué y el gres del baño? ¿Y las juntas de dilatación en grandes superficies? ¿Y la preparación de las paredes para una pintura lisa, que requiere muchas más horas de lijado y emplastecido que un gotelé? Estos pequeños detalles, multiplicados por toda la casa, suman una cantidad considerable que a menudo no está bien especificada.

Finalmente, las instalaciones complejas como la aerotermia o la ventilación de doble flujo son un campo minado. El presupuesto puede incluir las máquinas principales, pero olvidar elementos cruciales como los soportes específicos, los aislamientos acústicos para los conductos, las piezas de conexión, las rejillas de diseño o, fundamentalmente, las horas de prueba y puesta en marcha para ajustar el sistema. Un proyecto de ejecución exhaustivo, revisado por un aparejador, es la única vacuna contra estas «omisiones» presupuestarias.

Las 3 «chapuzas» invisibles que solo un aparejador detecta antes de cerrar paredes

Una vez que las paredes se cierran y se pinta, muchos de los errores más graves de una construcción se vuelven invisibles. Quedan latentes, como una enfermedad silenciosa, hasta que dan la cara en forma de humedades, facturas energéticas desorbitadas o problemas de seguridad. Aquí es donde la figura del aparejador o arquitecto técnico en la dirección de ejecución de obra se vuelve impagable. Su trabajo es ser los ojos del propietario en el tajo, inspeccionando precisamente esos puntos críticos antes de que queden ocultos para siempre. Como bien resume el Colegio de Aparejadores de España en su guía de buenas prácticas, «un aparejador que revisa los planos ejecutivos es experto en encontrar ‘colisiones’ y optimizar mediciones, ahorrando dinero ANTES de que se gaste».

Entre las «chapuzas» más comunes que un aparejador detecta se encuentran:

  • Puentes térmicos: Un error gravísimo es la interrupción del aislamiento térmico en los encuentros de la fachada con los pilares o los forjados. Esto crea un «puente térmico», una vía de escape para el calor en invierno y de entrada en verano. El resultado son manchas de humedad por condensación en las esquinas y un derroche energético constante. Un aparejador verifica la continuidad del aislamiento, un detalle prohibido por el CTE pero que a menudo se descuida por comodidad en la ejecución.
  • Pendientes de desagüe incorrectas: Antes de hormigonar un plato de ducha de obra o colocar el suelo de una terraza, es vital comprobar que las pendientes hacia el desagüe son correctas (generalmente, un mínimo del 2%). Un error en este punto es invisible una vez acabado, pero provocará atascos, malos olores y filtraciones de por vida. El aparejador lo mide con un nivel antes de que sea demasiado tarde.
  • Sustitución de materiales: Una práctica habitual para abaratar costes por parte de algunos constructores es sustituir materiales especificados en el proyecto por otros más económicos pero de peor calidad (por ejemplo, cambiar tuberías multicapa por PEX de inferior categoría). Sin un control técnico en obra, el propietario nunca se enterará, pero sufrirá las consecuencias a largo plazo. El aparejador controla los albaranes de entrega y verifica que el material instalado es el prescrito.

El truco del «testigo de yeso» para saber si una grieta sigue viva y moviéndose

La aparición de grietas en una vivienda, especialmente si es nueva, es una de las mayores alarmas para un propietario. Sin embargo, no todas las grietas son iguales. Algunas son fisuras superficiales de asentamiento del edificio, que son normales y no revisten gravedad. Otras, en cambio, son el síntoma de un problema estructural grave, como un fallo en la cimentación o movimientos del terreno. La clave es saber si la grieta está «viva», es decir, si sigue creciendo. Construir sin la supervisión técnica adecuada le deja sin herramientas para diagnosticar y reclamar estos problemas.

Una técnica clásica y eficaz que utiliza cualquier aparejador es la instalación de un «testigo de yeso». Consiste en aplicar una pequeña pella de yeso sobre la grieta. Si la grieta está activa, el yeso se fisurará, evidenciando el movimiento. Hoy en día, esta técnica se complementa con fisurómetros, que son unas sencillas reglas graduadas que se colocan a ambos lados de la grieta y permiten medir con precisión la evolución del movimiento. Este seguimiento es crucial, sobre todo en zonas de España con suelos arcillosos expansivos como Andalucía o la cuenca del Duero, donde son comunes las grietas estacionales.

El seguimiento riguroso, con documentación fotográfica fechada durante un ciclo estacional completo (un año), es la única prueba válida para poder realizar una reclamación a la constructora o activar el seguro decenal. Un testimonio de un propietario en Madrid lo deja claro:

Tras detectar grietas en mi vivienda nueva en Madrid, el aparejador instaló testigos de yeso y fisurómetros. Durante 12 meses documentamos la evolución con fotos fechadas. Gracias a este seguimiento profesional, pudimos demostrar que las grietas eran activas y conseguimos que la constructora asumiera las reparaciones estructurales necesarias bajo la garantía decenal.

– Propietario anónimo, Experiencia de propietario con grietas estructurales

Como demuestra este seguimiento en suelos arcillosos de España, sin esta metodología profesional, la palabra del propietario contra la de la constructora tiene poco valor. La supervisión técnica le proporciona la munición legal para defender sus derechos.

A recordar

  • Empezar una obra sin un proyecto de ejecución es ilegal y transfiere todo el riesgo financiero y técnico al propietario.
  • La metodología BIM y la detección de colisiones en la fase de diseño ahorran miles de euros en correcciones durante la obra.
  • La supervisión de un aparejador es la única garantía para detectar «chapuzas invisibles» antes de que sea tarde y para defender sus derechos ante defectos de construcción.

¿Por qué contratar un buen aparejador le ahorra más dinero del que le cuesta?

Llegados a este punto, la conclusión es evidente. La figura del aparejador o arquitecto técnico no es un coste añadido, sino la mejor póliza de seguros para su inversión. Su función va mucho más allá de «mirar la obra». Es el garante técnico, económico y legal del propietario. El argumento de que «es un gasto que me puedo ahorrar» se desmonta al analizar el valor real que aporta. En primer lugar, es su representante técnico en la obra, asegurando que lo que se construye se corresponde con lo que se proyectó y pagó.

En segundo lugar, es su director financiero. Como se detalla en el análisis del proceso, el proyecto de ejecución es el documento contractual más poderoso, y el aparejador es quien lo hace valer. Él es el encargado de aprobar las «certificaciones de obra», los pagos mensuales al constructor. Antes de autorizar un pago, verifica que los trabajos correspondientes se han ejecutado correctamente y en la cantidad medida. Esta función evita que pague por trabajos mal hechos, incompletos o directamente no realizados. Le protege de pagar de más y de quedarse sin fondos antes de terminar.

Finalmente, es su escudo legal. Según la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE) en España, el director de la ejecución de la obra (el aparejador) tiene una responsabilidad civil sobre la construcción que se extiende durante años. Esta responsabilidad está cubierta por un seguro obligatorio. Esto significa que si aparecen problemas o vicios ocultos derivados de una mala ejecución, usted tiene un profesional solvente y asegurado a quien reclamar. Si prescinde de esta figura, cualquier reclamación futura recaerá en una maraña de difícil solución entre usted y el constructor.

Por tanto, la próxima vez que se enfrente a la decisión de si invertir en una planificación y supervisión técnica completas, no piense en lo que le cuesta. Piense en todo lo que le ahorra: sobrecostes, conflictos, chapuzas, preocupaciones y, en última instancia, la posible ruina de su proyecto. Contratar a un buen aparejador y exigir un proyecto de ejecución detallado no es una opción, es la única decisión inteligente.

Preguntas frecuentes sobre mediciones y costes en proyectos de obra

¿Qué partidas de gestión de residuos suelen omitirse?

El coste de la gestión de residuos de construcción y demolición (RCD), estrictamente regulado en España y que requiere el pago de un canon obligatorio. A menudo se infravalora o se omite por completo en presupuestos poco detallados, generando una sorpresa económica importante al final de la obra.

¿Qué remates y acabados se infravaloran sistemáticamente?

Juntas de dilatación, perfiles de transición entre diferentes tipos de suelo, y la cantidad exacta de pintura necesaria para acabados lisos que requieren más preparación de pared. Son detalles que parecen menores pero que, sumados, pueden suponer una desviación considerable del presupuesto.

¿Qué elementos de instalaciones complejas se subestiman?

En sistemas como aerotermia o ventilación de doble flujo, es común subestimar el coste de elementos auxiliares pero cruciales: soportes específicos, aislamientos para conductos, piezas de conexión especiales, rejillas y, sobre todo, las horas de trabajo para las pruebas y la puesta en marcha del sistema.

Escrito por Javier Martínez, Arquitecto Técnico y Aparejador colegiado con 18 años de experiencia en dirección de ejecución de obras residenciales en España. Especialista en control de costes, gestión de licencias municipales y seguridad en obra.